Quizás alguna vez en la vida hemos
escuchado hablar de aquella historia en particular entre la luciérnaga y la
serpiente... Si no has tenido la oportunidad yo te la voy a recordar: Una
serpiente estaba persiguiendo a una luciérnaga. Cuando estaba a punto de
comerla, esta le dijo: ¿Puedo hacerte una pregunta? La serpiente respondió: En
realidad nunca contesto preguntas de mis víctimas, pero por ser tú te lo voy a
permitir. Entonces la luciérnaga preguntó: ¿Yo te hice algo?, No, respondió la
serpiente. ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?, No, volvió a responder la
serpiente. Entonces, ¿Por qué me quieres comer?, inquirió el insecto. La
serpiente respondió, porque no soporto verte brillar.
En la vida nos encontramos con muchas
personas que actúan al igual que la serpiente, guardan en su corazón, odio,
rencor, egoísmo, maldad, venganza, le molesta el progreso de los demás, y sobre
todo no creen en su capacidad personal. Desearle mal a los demás, sólo porque
se está superando y está obteniendo sus objetivos es símbolo de baja
autoestima, de inseguridad en sí mismo/a, falta de confianza y motivación
personal, entre otros.
Una persona que cultiva y proyecta
antivalores, se reconoce donde quiera que llega y eso en particular le
caracteriza. Esto es un ejemplo de serpiente envidiosa.
Dejar que los demás progresen y tengan
su propia luz para brillar es muestra de confianza y eso se valora. En nuestro
alrededor nos encontramos con infinitas luciérnagas que nos motivan día a día
para seguir luchando por nuestros sueños y tratan de ayudarnos a marcar la
diferencia, pero también existen muchas serpientes envidiosas y vengativas que
harán hasta lo imposible por derribarnos y hacernos sentir mal.
Entonces, yo te pregunto: ¿Eres tu
luciérnaga o Serpiente? Te invito a seguir las orientaciones de tu corazón, se
tu mismo/a, sin imitaciones, sin copias, crea tu propio perfil y mantenlo
siempre. Y demuéstrate a ti y sólo a ti, que si puede. No seas una serpiente
que todos odien y critiquen por su falta de personalidad, sino más bien una
luciérnaga a la que todos admiren por su estado de ánimo y su forma de ser y
ver la vida. Nunca permitas que la serpiente crezca en ti, pero sí que florezca
la bella luciérnaga que nunca para de brillar.